"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


martes, 15 de diciembre de 2009

Martes, 19:00 hrs




Todos los martes a las 7 de la tarde tengo una cita a la que no puedo acudir. Todos los martes a esa hora cierro los ojos y aplaudo cuando sales al escenario.

Durante unos 90 minutos disfruto de algo que no veo ni escucho pero que de alguna manera vivo y siento, aunque algunas veces, la mayoría, por no decir todas, me duele no estar sentada como el resto, independientemente si el programa es más o menos bueno.

Es nuevo para mí quedar un día, una hora y no poder estar. Es duro imaginar dónde quisiera estar y no poder asistir. Sí, definitivamente para alguien que no suele fallar, que es puntual como el mejor reloj suizo, se lamenta estar con el pensamiento y no firme allí presente.

Me consuela en ese rato anterior o los posteriores escuchar lo que quizás sea, lo que acaso toques, lo que me gustaría escuchar aunque no sea del todo verdad. Sé que es el “quitapesares” de una tonta que se aficionó al oboe desde hace meses y que disfruta aún más si cabe de la música clásica.

Ya sabes que como buena prosaica que soy, disfruto del pasodoble españolismo y me emociono con Puccini, aunque he de reconocer que desde que te conozco Bach me conmociona, me impresiona.

Las causalidades que no existen, hacen que en este preciso momento en el que escribo Pavarotti cante “Una furtiva lágrima” y dejo el teclado para ponerme cómoda y plegar los ojos mientras intento que la mía no escape y caiga al lado de la silla que vas a ocupar esta tarde sin que pueda verte.

Hoy es martes y quedan 40 minutos para nuestra cita. Estoy nerviosa, Mozart me prepara para lo que voy a escuchar.

Martes 7 de la tarde, hoy también estaré allí cariño, no lo dudes. Como siempre, como nunca debí faltar. Empieza a tocar, te escucho.