Tengo unos días libres y esta vez decidí quedarme en Madrid
para hacer gestiones y trabajar en
proyectos nuevos y para ello volví a tomar
el metro por las mañanas.
Para empezar bien mi regreso elegí un lunes de huelga
que no me afectó en demasía y además
encontré un Bibliometro por lo que y me decidí
a tomar un libro para rememorar mis tiempos de transporte camino del trabajo.
Eso sí, elegí uno de esos de intriga con muchas páginas con referencias a la Historia.
Mis viajes en metro son muy distintos a los que la gente acostumbra,
y más, a primera hora.
No voy con prisa, siempre salgo antes por si ocurre alguna incidencia.
Casi siempre encuentro lugar donde sentarme lo que me permite leer
tranquilamente. Eso sí, hasta que me doy
cuenta que me he pasado de estación y regreso de nuevo (una de esas
incidencias).
Durante el transbordo
voy “analizando” a la gente que baja en las escaleras mientras yo las subo como me enseñó mi profesor de Psicología,
Jesús. Un ejercicio para intentar deducir lo que sienten, y cómo lo hacen por
la expresión de su cara, de sus gestos. Se queda en intento, creo.
Me da tiempo a mirar los anuncios de obras de teatro, los
estrenos, cursos y demás. Incluso a pararme un minuto si encuentro en una de
las esquinas uno de esos músicos que nos alegran el trayecto y al que muy poca
gente mira y mucho menos, escucha.. De nuevo intento saber lo que tocan. Otro intento más.
Tomo el segundo tren de mi
corto viaje y abro de nuevo el libro para descubrir que utilizan los
datos históricos como le place al autor inventando leyendas que no son. Es lo
que pasa con eso de estudiar Historia en mis ratos libres y saber quienes son
Enlil y Enky. Por cierto, cuidado con el
dios de las tormentas.
Sin saltarme de nuevo mi parada definitiva me fijo en cómo la gente corre por los pasillos
mientras intento esquivarlos. Vamos, que parece que hasta le molesta mi actitud
de paseante mañanera con intención de disfrutar de cada momento y cada cosa.
Como aún llego a mi cita 25 minutos antes me da tiempo a
disfrutar de un café y periódico en una terraza al fresquito.
Sí, definitivamente estoy disfrutando de mis viajes en metro.
Hola querida amiga:
ResponderEliminarSigues por ahí en León? es que ayer me pasó una cosa muy curiosa, estoy en un pueblecito de Ávila y vi a una persona que me recordó muchísimo a ti. Un abrazo de una antigua amiga. Espero que no te importe mi curiosidad. :)
Hola!
ResponderEliminarPues sinceramente no sé quién eres pero de algo me conoces seguro. No, ya no estoy en León .Lo que sí te digo es que ayer no estaba en ese pueblo de Ávila...si hubiera sido la semana pasada, quizás, quizás.
¿Mi doble se sigue paseando?
Un abrazo