Desde hace algún tiempo paso las mañanas de los domingos en el Retiro mientras escucho los acordes de la Banda Municipal de Madrid.
Tantos domingos han dado para pasearme entre Puccini, Dvorak, Granados, Strauss, Sorozábal, Moncayo ó Bach, para mover la cabeza al son de los valses y de los pasodobles al ritmo de “Olé” del público.
Me ha dado tiempo para añorar a Pavarotti en Nessun Dorma ó sentir el primero de Enero mientras suena El Emperador y así imagino como entre los árboles se deslizan varias parejas vestidos de época en el Madrid de los Austrias.
Turandot me cautivó y la Sinfonía del Nuevo Mundo me emocionó tanto que acabé sentada al lado del oboe, en mitad del templete, mientras mi mirada se perdía en unos dedos que acariciaban sus claves.
Canté Madrid, Madrid, Madrid como el resto y varias zarzuelas se colaron en estas mañanas
Siempre el sol acompañándome para dedicarme a observar a la gente y cómo disfrutaban; gente de toda clase y edad cerrando los ojos mientras sus cuerpos se mecen siguiendo la música. Niños, niños muy pequeños mirando con la boca abierta mientras dirigen con sus pequeñas manos simulando al Director.
Este último domingo vi como las hojas de los árboles tienen ya ese color rojizo otoñal que me anuncia el cambio.
El próximo, éste domingo ya pasado, no veré al abuelo que siempre guarda una silla a su amigo imaginario mientras elige a una mujer guapa a quien cederla y entablar conversación, ya no veré a la mujer engalanada que baila y saluda todos los días al Director de turno, a esa pareja con su bolsa de cervezas frías que degustan en vaso de cristal.
Pasará el otoño y el invierno, y de nuevo se presentará la primavera para tornar otra vez al Retiro los domingos. Será cuando en los árboles las hojas vírgenes comiencen a brotar, cuando la gente vuelva a pararse en el camino para escuchar. Será entonces cuando busque mi silla y de nuevo te veré en domingo, en el Retiro. Domingos de sol, de periódico, de música, de observar, de esperar tomando un té, domingos de ti.
Es curioso como los domingos dejaron de ser aburridos desde que te encuentro allí, en el parque. No es anecdótico que ahora mis días sean domingos en el Retiro.
Hoy es domingo, pero no tengo ni idea de qué día es en realidad. Acaso importa ? Dímelo tú.
Tantos domingos han dado para pasearme entre Puccini, Dvorak, Granados, Strauss, Sorozábal, Moncayo ó Bach, para mover la cabeza al son de los valses y de los pasodobles al ritmo de “Olé” del público.
Me ha dado tiempo para añorar a Pavarotti en Nessun Dorma ó sentir el primero de Enero mientras suena El Emperador y así imagino como entre los árboles se deslizan varias parejas vestidos de época en el Madrid de los Austrias.
Turandot me cautivó y la Sinfonía del Nuevo Mundo me emocionó tanto que acabé sentada al lado del oboe, en mitad del templete, mientras mi mirada se perdía en unos dedos que acariciaban sus claves.
Canté Madrid, Madrid, Madrid como el resto y varias zarzuelas se colaron en estas mañanas
Siempre el sol acompañándome para dedicarme a observar a la gente y cómo disfrutaban; gente de toda clase y edad cerrando los ojos mientras sus cuerpos se mecen siguiendo la música. Niños, niños muy pequeños mirando con la boca abierta mientras dirigen con sus pequeñas manos simulando al Director.
Este último domingo vi como las hojas de los árboles tienen ya ese color rojizo otoñal que me anuncia el cambio.
El próximo, éste domingo ya pasado, no veré al abuelo que siempre guarda una silla a su amigo imaginario mientras elige a una mujer guapa a quien cederla y entablar conversación, ya no veré a la mujer engalanada que baila y saluda todos los días al Director de turno, a esa pareja con su bolsa de cervezas frías que degustan en vaso de cristal.
Pasará el otoño y el invierno, y de nuevo se presentará la primavera para tornar otra vez al Retiro los domingos. Será cuando en los árboles las hojas vírgenes comiencen a brotar, cuando la gente vuelva a pararse en el camino para escuchar. Será entonces cuando busque mi silla y de nuevo te veré en domingo, en el Retiro. Domingos de sol, de periódico, de música, de observar, de esperar tomando un té, domingos de ti.
Es curioso como los domingos dejaron de ser aburridos desde que te encuentro allí, en el parque. No es anecdótico que ahora mis días sean domingos en el Retiro.
Hoy es domingo, pero no tengo ni idea de qué día es en realidad. Acaso importa ? Dímelo tú.
La música clásica es ideal para acompañar un domingo tranquilo, relajado.
ResponderEliminarhttp://atasteofmustard.blogspot.com/
A mì tambien me gusta sentarme y observar las distinras reacciones de las personas,aprendes mucho de ello.Por otra parte ,la mùsica tiene un toque màgico,conecta con nuestras emociones.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu escrito.
Abrazos.
El tiempo pasa, pero para mí lo importante es no arrancar las hojas del calendario sin más, sino quedarme con esas pequeñas cosas que observamos, que escucharmos, que sentimos. Muy lindo guardiana, siempre tan evocadora, un besiño
ResponderEliminarHas escrito una entrada preciosa. Suelo pasear en el Retiro con mi bicicleta. Vivo cerca, y es quizás lo que más me gusta de Madrid. El paso al otoño, con el color cambiante de las hojas, es algo que me emociona todos los años.
ResponderEliminarSaludos.
José Angel, me alegro que seas de los de la bici, yo ya añoro esos domingos y espeor regresen rápido
ResponderEliminarDomingo tras domingo llevo ya más de 24 años siendo fiel a mi cita de las 12 con nuestra querida y centenaria Banda Municipal de Madrid en el templete del Retiro de Madrid.
ResponderEliminarDescribes a la perfección esas mañanas, guardiana, mañanas llenas de música, ese lenguaje universal del que no hace falta ser muy docto para que nos llegue y nos llene plenamente y todos vibremos a su "son". Mañanas soleadas, otras en cambio y, afortunadamente, las menos numerosas, de lluvia, la cual y si no se convierte en "diluvio" no es impedimento para que no podamos disfrutar de nuestro concierto (para ello vamos provistos de paraguas y chubasqueros, por prevenir que no quede...). Mañanas de gentes de todas clases y edades que se deleitan por igual. Mañanas de fusión entre música y canto de los pájaros formando una sinfonía perfecta. Y mañanas en las que somos espectadores de excepción del paso de una a otra estación, sus cambios de colores, de olores,...
Como bien dices, guardiana, en pocos meses la primevera estará de vuelta como de vuelta estarán nuestros conciertos y "nos veremos" nuevamente en nuestro lugar de cita habitual: nuestro Parque del Retiro. Quién sabe, quizás y sin saberlo ya nos hayamos cruzado en el camino...
Un placer leerte, guardiana.
un placer encontrarte aqui despues de tantos años sin saber de ti . uno de piñera , tista,
ResponderEliminarEl placer siempre es mío, mi querido primo. Hacía años que no escuchaba lo de Tista. Besos para todos
ResponderEliminarDe uno que no entiende tampoco la guerra en Afganistán. Vi tu comentario en el pais.com
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog. Suerte.
Gracias Charly, por no entender tampoco, cada vez somos más.
ResponderEliminarPaso por tu blog y opino sobre el Arte Contemporáneo..por ejemplo