Si te he visto no me acuerdo. Y no sé por qué. No entiendo el motivo para que cada vez que me pongo
delante de la hoja en blanco para
escribir me salga esta frase.
Ya ves, ni siquiera sé que decir. Porque motivo para verte
no sé si tengo, y no se me ocurre nada para no acodarme si te he visto. Total,
un galimatías que ni siquiera yo entiendo pero que esta tarde quiero aclarar
con la maldita hoja sin palabras.
¿Desde cuándo no te he visto? Ya no lo recuerdo. ¿Desde cuándo
no quiero recordarte?, lo perdí en el
olvido de un recuerdo del que no me acuerdo. Otra vez me he liado en palabras ¿Te
lo explico?
No sé si puedo porque me voy a liar de nuevo en vocablos que
se enredan en el camino que va desde mi
mente hasta mi lengua. Ni que decir
hasta las yemas de los dedos que escriben estas letras. Dejo a un lado los
pensamientos que enmarañan la razón.
Uy, y ¿ahora qué hago con lo que queda de página y de este
espacio en blanco? Sigo sin entender la frase y su significado, sigo sin saber
cómo continuar.
Quizás con un poco de tu ayuda consigamos acabar este trocito
que me queda. Oiga, ¿le pasa lo mismo que a mí? ¿Te levantas con esta frase en
la boca y tienes la necesidad de sacarla sin saber cómo ni por qué? Pongamos en
común estas cosas porque de este modo termino esta entrada y seguramente cierro muchas
cosas.
Es que, en definitiva, hace tiempo que no te he visto y sigo sin saber por qué no me he de
acordar de esa visita. Quizás sea porque ni apareces. Acaso eso de ignorar lo
que no ha ocurrido es un poco difícil.
No te he visto por lo cual no te puedo olvidar, ni intento he de hacer. A estas
alturas pienso que es factible eso de no
tener que vernos. ¿Para qué?
Por lo tanto, ni te he visto, ni he de olvidarme de ti. Ni
una cosa ni la otra. Otro peso he de
quitarme, por Cástor. Que he acabado esta entrada en el blog y acabado está este embrollo.
Ni vista ni recuerdo que borrar. Así me gusta. Las cosas
claras.
El poder de lo simple.
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