
Es curioso pero cuando te dejo, cuando te vas, al regresar a casa tomo la botella de agua porque mi boca está sedienta.
Pensé al principio que quizás fuera por consumir tres cervezas, pero ese es un engaño pasajero, pues ahora casi nunca las tomo. El vino ayuda, pero no vacío la botella, por lo que descarté a éste también.
No pensé mucho más allá para saber que la sed que me acecha en la noche cuando te vas es tu ausencia, la falta de ti y tus cosas.
Lo de beber agua es la excusa perfecta para saciar lo que aún no se ha probado, o si lo he hecho, es para evocar el sabor de lo que quedó temerosa de no volver a paladearlo.
Aunque sinceramente tampoco creo que necesite muchas excusas para beber de ti, es más, diría que ninguna, pues el mero hecho de estar a tu lado ya colma no sólo ese deseo, si no todos mis sentidos y sería absurdo si no disfrutara del tremendo regalo que me ofreces.
Mientras admiro ese delicado gusto de lo que ha sido y será pienso en cada gesto, cada mirada, cada palabra que de una u otra manera me cubrió, que me regalaste agudizando el resto de sentidos antes dormidos y hoy ávidos de beber.
Y así voy hoy, entre el desierto y el mar sabiendo que mi oasis queda justo en medio, justo donde estás tú, donde quiero estar. Y aún estoy sedienta.
Pensé al principio que quizás fuera por consumir tres cervezas, pero ese es un engaño pasajero, pues ahora casi nunca las tomo. El vino ayuda, pero no vacío la botella, por lo que descarté a éste también.
No pensé mucho más allá para saber que la sed que me acecha en la noche cuando te vas es tu ausencia, la falta de ti y tus cosas.
Lo de beber agua es la excusa perfecta para saciar lo que aún no se ha probado, o si lo he hecho, es para evocar el sabor de lo que quedó temerosa de no volver a paladearlo.
Aunque sinceramente tampoco creo que necesite muchas excusas para beber de ti, es más, diría que ninguna, pues el mero hecho de estar a tu lado ya colma no sólo ese deseo, si no todos mis sentidos y sería absurdo si no disfrutara del tremendo regalo que me ofreces.
Mientras admiro ese delicado gusto de lo que ha sido y será pienso en cada gesto, cada mirada, cada palabra que de una u otra manera me cubrió, que me regalaste agudizando el resto de sentidos antes dormidos y hoy ávidos de beber.
Y así voy hoy, entre el desierto y el mar sabiendo que mi oasis queda justo en medio, justo donde estás tú, donde quiero estar. Y aún estoy sedienta.