"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


jueves, 6 de enero de 2011

Cambiar el mundo en 14 días

He estado 14 días trabajando en una residencia de ancianos durante las vacaciones de Navidad, uno de esos puestos de suplencia en los que haces mil y una cosas.

Catorce jornadas en las que compartí conversaciones, risas, bromas y montón de cosas más. Sin embargo, alguien que trabaja allí desde hace 26 años me decía que no intentara cambiar el mundo, que no renovara nada de su vida pues ellos añoran a la familia que no les visita, a los suyos que no les llevan a casa por Nochebuena ni Navidad, aquellos que les dejaron allí por comodidad y dejados en un olvido que no se puede ignorar. Yo tenía prohibido hacer nada para compensar, no debía regalar, ni siquiera intentar modificarlo.

No, yo no quería dar un cariño que no pertenece, era yo misma. A Eugenia, esa señora de 90 años que cambiaba sus relojes en la noche, le ponía todas las mañanas sus cuatro relojes al minuto mientras me llamaba cariño y me preguntaba una y otra vez si estaban bien. A Luís, el más serio y cascarrabias de la planta le saqué varias sonrisas tras hacerle la cama cantando Susanita tiene un ratón .Tras esto me veía y me regalaba otra más. Con Dolores me reí haciendo su cama una y otra vez hasta que estaba satisfecha. Con Constantina me costó más: no habla y se cuela en el comedor para coger un sobre de azúcar y comérselo tres o cuatro veces en la jornada. La veo y la llevo a su habitación mientras pone una risa angelical de no hacer nada. Me desarma

Con Antonio, parapléjico que toma manzanilla doble en el desayuno hablo de fútbol y hacemos quinielas. Victoria, rociera de Jaén, me da las gracias por hacer su cama como desea. Luisa no me dice buenos días hasta las 2 de la tarde porque no le da la gana. Pedro me grita cuando entro en su habitación que no ve y Asunción me acusa de haberla dejado sorda y muda cuando intento entrar en su territorio para limpiar.

Teresa no habla pero me mira pidiendo una palabra, una sonrisa que no me cuesta, Agustina me acusa todos los días de no ponerle el desayuno y que le duelen los pies. Tras repetirle 300 veces que lo ha tomado le digo que se siente para el dolor que tiene y me da las gracias porque ya no le molestan.

A Valentín le abro las galletas en el café para que pueda sopear que es lo que le gusta y a Euxperina se lo preparo como si fuera para mí. Con Marciana me río en el comedor mientras cantamos lo que nos da la gana con el cazo en la mano, la marchosa del grupo que no puede comer pan y lo esconde en su silla de ruedas.

Luego, un día cualquiera en la que la familia viene a buscar a algunos me reclaman para despedirse, para dar gracias. Abrazan, besan, me lo regalan todo. Esta vez me emociono yo.

Después Marciana me canta en mi último día “gracias por venir” mientras asoman lágrimas en sus ojos, Victoria me pide que me despida, Dolores que vaya a comer roscón de Reyes y Eugenia llora porque nadie le va a poner sus relojes en hora.

Media hora antes de irme, Victoria me da las gracias por cambiar su vida en 14 días, por cada palabra, cada atención, Luís me habla por primera vez para preguntarme por qué me voy, y Marciana promete ir a Dirección para pedir que regrese.

Sí, quizás no cambié el mundo en 14 días, seguramente hoy ya no se acuerden de mi nombre, probablemente soy aquella chica tan maja que pasaba por allí y les escuchaba. Quién sabe lo que seré para ellos, yo sé que se puede cambiar el universo completo porque ellos lo han hecho conmigo, lo sé porque di sin pedir nada a cambio y llevo mis bolsillo llenos.

Lo sé porque hoy me acuerdo de cada uno de ellos sin preguntarme si lo hacen conmigo. Lo sé porque lo siento bien dentro.
Este es el humilde homenaje que puedo hacerle a todos ellos, deseando que si un día me encuentro en la misma situación, haya alguien que intente cambiar mi mundo en catorce días, que ponga mis relojes en la hora que quiero y que me cante lo que estoy olvidando. Que me llame guapa y que ofrezca las buenas palabras sin nada a cambio.

Sí, el mundo se puede cambiar en días y yo soy testigo de ello porque han cambiado el mío.Va por vosotros!