"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


martes, 16 de marzo de 2010

Escupiendo palabras





Por decir algo claro, que una lo intenta y no salen. Y no será que no tengo, pues en mí hay miles y miles de palabras que quieren salir de alguna manera y en estos momentos no hay manera.

A veces se quedan en mi estómago cubiertas en alguna sustancia que aún desconozco y no logran subir a la garganta, se quedan en el pecho. Y se juntan con las del torso que se empeñan en quedarse al principio en la parte central del corazón para despistarme , luego de lado a lado quedando éste en mi espalda de tanto rodeo. Esto era al inicio, porque al final no sé dónde está el corazón y me lío entre tórax y espalda. Me quedo de canto.


Si tengo suerte y algunas se atreven a quedarse en la laringe o faringe, que para el caso es igual dada la poca distancia existente entre ambas, se forma un abismo en el que las cobardes palabras no se aventuran a saltar y regresan al fondo de alguna parte de mi que me empeño en cultivar. Sospecho que los nudos que se me forman tienen algo que ver en todo esto, nudos que me ahogan muchas veces.

Las que pasean por la mente se suelen perder entre tanto pensamiento, porque me ha dado por cavilar en el no sé qué, que tampoco de eso entiendo porque se juntan demasiados términos sin final. Toda una paradoja.

Algunas veces, sólo algunas, pasan por mi cerebro una retahíla que me gustaría plasmar en miles de colores de diversas tonalidades si cabe. Luego, cuando me dispongo a recogerlas en forma de letras en el ordenador, se difuminan y desaparecen dejando una hoja en blanco que me asfixia.

Confieso que tengo palabras pendientes en la yema de los dedos que no encuentran otra manera mejor para escapar que acariciando mientras espero que quién las recibe se lleve también las palabras calladas que claman por dejar la cárcel a base de poros y piel en la que se encuentran.

Varias deambulan por mis pupilas haciendo señales cromáticas cada vez que me miras y se convierten en multitud de arco iris para trazar cada letra que forme la deseada. Sin querer admito que muchas de ellas se fugan en forma de lágrimas al amparo de una luna nueva como esta noche. Sin querer queriendo, que hasta ellas tienen vida propia cuando menos lo espero,y se diluyen en gotas sin apenas tiempo para atraparlas en mi mejilla.

Una o dos se esconden en mis puños apretados y demasiadas son ya las descritas.


Cuantiosas son las palabras que de una puñetera vez me gustaría vomitar para quedarme más tranquila. Hacer más espacio para tener aún más palabras que decirte y que no se queden en mí. Tiempo al tiempo.