"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


martes, 18 de septiembre de 2012

Viajar en metro.




Tengo unos días libres y esta vez decidí quedarme en Madrid para hacer gestiones y  trabajar en proyectos nuevos y para ello volví a tomar  el metro por las mañanas.

Para empezar bien mi regreso elegí un lunes de huelga que  no me afectó en demasía y además encontré  un Bibliometro por lo que y me decidí a tomar un libro para rememorar mis tiempos de transporte camino del trabajo. 

Eso sí,  elegí uno de esos   de intriga con muchas páginas  con referencias a la Historia.

Mis viajes en metro son muy distintos a los que la gente acostumbra, y más, a primera hora.
No voy con prisa, siempre salgo antes por si ocurre alguna incidencia. Casi siempre encuentro lugar donde sentarme lo que me permite leer tranquilamente. Eso sí,  hasta que me doy cuenta que me he pasado de estación y regreso de nuevo (una de esas incidencias).

Durante el transbordo  voy “analizando” a la gente que baja en las  escaleras mientras yo las  subo como me enseñó mi profesor de Psicología, Jesús. Un ejercicio para intentar deducir lo que sienten, y cómo lo hacen por la expresión de su cara,  de sus gestos. Se queda en intento, creo.

Me da tiempo a mirar los anuncios de obras de teatro, los estrenos, cursos y demás. Incluso a pararme un minuto si encuentro en una de las esquinas uno de esos músicos que nos alegran el trayecto y al que muy poca gente mira y mucho menos, escucha.. De nuevo intento saber lo que tocan. Otro intento más.

Tomo el segundo tren de mi  corto viaje y abro de nuevo el libro para descubrir que utilizan los datos históricos como le place al autor inventando leyendas que no son. Es lo que pasa con eso de estudiar Historia en mis ratos libres y saber quienes son Enlil y Enky. Por cierto, cuidado con  el dios de las tormentas.

Sin saltarme de nuevo  mi parada definitiva me fijo  en cómo la gente corre por los pasillos mientras intento esquivarlos. Vamos, que parece que hasta le molesta mi actitud de paseante mañanera con intención de disfrutar de cada momento y cada cosa.

Como aún llego a mi cita 25 minutos antes me da tiempo a disfrutar de un café y periódico en una terraza al fresquito.

Sí, definitivamente estoy disfrutando de mis viajes en metro.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Domingos de misa.







Hace años, (y no tantos como se piensa), el domingo era día de misa. Mis padres me ponían la mejor ropa y me enviaban a misa de 12 a la Iglesia del pueblo.

Yo protestaba todo lo que podía al tener ya 15 años pero no me valía nada. Aquello era un pueblo y todos iban a misa de 12 a que te vieran. ¿Qué iban a decir si no te estabas?

Te podías salvar de la misa de 9 del Convento, pero  ¿la del mediodía? .Para nada, primer mandamiento de mi padre.

Así que enfilaba la calle Real a las doce menos cuarto  hasta la iglesia y me sentaba en los bancos de atrás para mujeres, que  hasta eso estaba  bien definido. Más atrás los hombres.

La misma ceremonia siempre: te levantas cuando hay que hacerlo, susurras cuando es necesario, te persignabas sin darte cuenta, haces que rezas mientras te arrodillas, hablas de tus cosas con la amiga, miras como van vestidas las  de al lado, te santiguas (que no es los mismo que persignar), comulgas, das las gracias, te levantas y te vas .

 La hora del  “vermut” en los dos bares del pueblo y a casa a comer. Se acabó el domingo de misa.

Así años y años aprendiendo sin querer todas las fórmulas que se  dicen, incluidas las del sacerdote.

Luego cambiaron sin avisar el Padrenuestro y una, que ya lo tenía grabado en la memoria, se vio incapaz de decir las nuevas palabras. Vamos, que a día de hoy sigo con el de toda la vida.

Hoy la gente se va a pasear al Retiro, al gimnasio,  con la bicicleta e incluso hay algunos que no se levantan antes de la 1.

Hoy es otro de esos domingos en los que seguramente no hagas nada porque mañana vas a trabajar, te tiras en el sofá  y maldices  porque  ya se acabó el fin de semana.

 Hoy es domingo de rito y te aseguro que en mi pueblo, como en muchos otros, hay misa a las 12 y todos van a ir. ¡Feliz domingo!