"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


sábado, 18 de junio de 2011

Sosiego en el Faro





Acabé las reformas. Se acabaron los ruidos, esos olores a pinturas de colores, terminó el tener cajas llenas de cosas que aún tienen cosas que sirven y que necesitaban ser colocadas en su lugar. Están ordenadas.
Despejé aquellas que ya no me servían repletas de cosas que ya no importaban. Creo que quedan un par que necesitan algún tiempo para saber dónde ubicarlas.

Mi faro está inmaculado, como si fuera nuevo y estoy dispuesta a estrenarlo como si fuera la primera vez. Esta noche de principios de verano me senté en la linterna reluciente con la escasa luz anaranjada de una lámpara en el interior.
La bombilla gira y gira haciendo su trabajo mientras observo el horizonte con un cigarrillo entre mis dedos. –La brisa se lleva el humo que expulso hacía países de ensueño que están en mi mente. Disfruto del momento y de la brisa que baila entre el cabello. Cierro los ojos y respiro. No hay nada. Yo.

Me acompaña el girasol que busca cada día el sol para girarse, dos calas y las gardenias que me recuerdan a un Buenos Aires en primavera. Uno superviviente, aún luchando por salir adelante, y su hermano mayor repleto de brotes nuevos y alguna flor que me lleva a otro tiempo.
Silencio, escucho el silencio acompañado de alguna luz en el horizonte. Algún barco que cruza por las aguas que me rodean me guiña el ojo saludando. Levanto mi mano sabiendo que no me verá. Sigo aquí y quizás no me ves pero estoy segura que me sientes.

Esta noche, quizás mañana al amanecer, ella entrará por la ventana que despistadamente dejé abierta y me abrazará. Tal vez me despierte el olor a café y pan tostado y en la cocina me espere regalándome su mejor sonrisa.
Adivino que se meterá en mi cama y me susurrará algo al oído. Acaso me convertí en maga rodeada de ollas repletas de hechizos y lanzadora de deseos. Cualquiera sabe.

La luna con resaca de eclipse se ríe conmigo tras la ocurrencia. Ella también sabe que mañana ella estará aquí para darme los buenos días