"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


miércoles, 29 de agosto de 2012

Historia cualquiera de una primera vez.





Ni siquiera sé si fue primera vez o una anterior a miles de estas. Sólo sé que cuando te vi en una calle céntrica de cualquier ciudad que se me ocurra ya te había visto anteriormente. Es más, ya te había tomado de la mano, te había besado sin reparo y me había encontrado en tu mirada.
De nada me valió lo anterior  porque esta primera vez recordada en mi memoria se convirtió en cualquier otra previa a ésta y por lo tanto, cualquier recuerdo se disolvió en la saliva que tragué al verte.

La situación era de lo más normal: cena en casa de amigos comunes y presentación oficial. Me resistí a  esta cita días y días perdidos en el salón de mi casa extraviada  entre internet y búsquedas de mensajes en el teléfono que era el huésped mudo de mi salón las últimas semanas.

Llegué  de las primeras con un par botellas de vino elegido para que se pueda soñar entre copa y mucho más después de dos tras hablar con mis anfitrionas y comentar el menú. María  una excelente cocinera y Marta es la anfitriona perfecta. Tras la bienvenida pertinente ayudo a preparar la mesa mientras me ponen al día de los asistentes. Otra pareja  y una amiga de unos amigos que acaba de llegar a esta ciudad que hoy es mía y que puede ser cualquiera vuestra. Sinceramente me suena a una de esas citas a ciegas con la excusa perfecta para que conozca gente  ella y   para que  me saquen  de  mi casa  tras esa historia mía que intento olvidar.

No espero nada salvo una cena agradable. Dejé las ilusiones en el contestador de mi teléfono  para escucharlas cuando regresa esta noche. De algo tengo que vivir.

A la hora exacta ese timbre con melodía desconocida suena. Agarro mi copa de vino sabiendo que eres tú pero no puedo abrir la puerta pues hoy soy invitada. El corazón sabe que te espero y la mente intenta hacer un puzzle con las siguientes piezas. ¿Me habré olvidado de buscar la pieza que busco?