"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella. Es una ocupación muy linda. Es verdaderamente útil porque es linda."
Antoine de Saint-Exupéry


martes, 17 de diciembre de 2013

Otra Navidad




Y llega la Navidad. Y se acaba el año.

Tiempo de pensar en 12 meses que se te han pasado sin enterarte. La leche, 12 meses, se dice pronto.

Los que me conocen ya saben que yo soy de hacer balance 1 minuto antes de comerme las uvas, una cosa rara, vamos. En esos segundos en los que todos están preparando las uvas y quitando pepitas y piel yo hago mi película del año.
 Quizás son 2 minutos que se aceleran 30 segundos antes de las 12 de la noche. Film que repito año tras año.

Y este he decidido sentarme a escribir antes de que comience la sesión. ¿Año bueno? Siendo realistas sí, estoy sentada en el ordenador frente a la hoja en blanco tomándome una cerveza y escuchando el Réquiem de Mozart, estoy viva. Es una muy buena señal.

Tengo trabajo, otra cosa es que me guste o no, pero lo tengo, ese trabajo que se llama “para comer”. Y como, eso sí, lo mejor que puedo y dándome de vez en cuando un señor homenaje. También es verdad que agradezco esos momentos a la vida como si fuera mi última cena o comida. Hay que ser así.

Tengo un montón de proyectos  que espero se hagan realidad en los próximos meses y en los que trabajo como hormiga antes de llegar el invierno. Todo se andará confiando que la primavera los hará  crecer.

Tengo salud, ese dicho que se proclama el día de la lotería (me adelanto) y salvo esa tos de fumadora cuando me levanto y algunos mareos que controlo, ando divinamente, gracias vida de nuevo.
Tengo a alguien a mi lado que me ama y a la que amo.
 Disfruto con esos momentos de final de día sentadas en el sofá entrelazando  nuestras manos mientras desgranamos el día y pensamos en el mañana.
Me deleito con cada instante que compartimos por pequeño que sea y nos divertimos con cada actividad que realizamos.

La familia bien, gracias, creciendo y con esas pequeñas cosas que son la sal de la vida diaria.
Sí, ya son fechas de luces, buenos deseos, adornos de Navidad, regalos, villancicos y que todos somos los mejores del mundo.

No, no me quejo, escribiendo estas líneas me doy cuenta que soy afortunada y que este año se acaba, sí. Pero eso sólo es una anécdota más  que sumar a estos días.

Y como es Navidad, aprovecho para felicitaros estas fiestas y desearos lo mejor, eso sí, no estas fechas, todos los días que quedan de este año y los 365 que llegan repletos de ilusión y regalos.

¡Feliz Navidad! ¿Feliz 2014!



lunes, 11 de noviembre de 2013

Impulsos



Sí, soy de impulsos, de latidos, de prontos.

Ahora limpio los cristales porque me apetece mientras escucho el Réquiem de Mozart en volumen 20  y canto en latín.

Ahora tomo un avión para verte sin avisar porque me mata el deseo.
O alquilo un coche con chófer para enseñarte una de las ciudades que me encantan mientras te explico lo que sé de ella aprendido de los mejores guías oficiales.

Puedo darte un beso en mitad de un concierto rodeada de cientos de personas o lanzarte un te amo  mientras me explicas la teoría de la relatividad totalmente concentrada.
Me atrevo a recorrer 600 kilómetros para verte unas horas y regresar embelesada  viendo el paisaje mientras el recuerdo de ti me abraza.

Cierro un restaurante para cenar juntas porque es la ilusión de tu vida, recito tus poemas preferidos.
Decido escribir un libro esta tarde y empiezo a escribir, te llamo para escuchar tu voz y te cuelgo.
Me pongo a cocinar, una copa de vino blanco y música.
 Canto como si estuviera en el Teatro Real y me escucharan el aforo completo. Sigo bailando como si nadie me viera mientras las persianas están abiertas de par en par.

Reservo la mejor habitación de ese Hotel que te encanta  con una botella del mejor Champagne, unas fresas y un regalo. Una noche que estoy segura aún recuerdas.

Entro en el Museo del Prado para perderme entre mis pintores preferidos, salgo a pasear porque simplemente me apetece. Ordeno mi armario sin avisar para colocar mis ideas.

No me tientes que enseguida me desnudo para estar más cómoda en casa, y sí, te acompaño a esa tienda de juguetes eróticos porque mi vergüenza era verde y se la comió un burro. Quizás tenga suerte y pueda hacerte el amor en una pequeña cabina.

Unas risas seguro que nos hacemos  para coger un taxi urgente a nuestra cama.

Seguramente tendría que pararme y pensar en mi siguiente paso, es probable que algunas veces me equivoque. Sí, es factible todo eso. 

Y lo hago algunas veces. Pero el resto, lo que soy en esencia, sigue siendo un montón de latidos que me llevan, que me impulsan, que en definitiva, definen lo que soy.
 Para bien, o para mal.

miércoles, 16 de octubre de 2013

París, mon amour



-       -   Paris. Te vas a Paris Ana, el cliente quiere verte a ti y esto es lo que hay. Te he sacado billete para el jueves por la tarde, reunión viernes por la mañana y te regalo el fin de semana en París. Regresas el domingo.Se acabó la discusión.

Y mi jefe salió por la puerta del  despacho dejándome allí sola con un billete encima de mi mesa. ¿París? Mierda, tenía planes para este fin de semana con una nueva amiga. Si la llaman ciudad del amor debe ser porque hay que ir en pareja ¿no?

Y sin darme cuenta estaba ya en la fila para embarcar pensando en nada .Lo siguiente  fue descubrir que todo el mundo me miraba y aplaudía.  A mí. Y de pronto me vi con un gran cartelón de viajero 5 millones en la mano, fotos con el personal de la aerolínea y felicitaciones. Esto no me podía pasar a mí, no.
Lo siguiente fue la sonrisa de mis compañeros de vuelo y mi asiento en primera clase. Una copa de champán y la complicidad de la tripulación. Cuando lo contara en la oficina nadie se lo creería.

El sobrecargo amablemente me invitó a pasar a cabina cuando despegamos y yo decliné amablemente la invitación. Insistió diciendo que la comandante Blasco tenía mucho interés en que me acercara. ¿Una mujer?-pregunté. Si señorita. Ah, bien, pues entonces voy.

La cabina era un espacio más bien pequeño con multitud de botones y luces que me sorprendieron. Se veía perfectamente el cielo azul y alguna nube  por las pequeñas ventanas. Inmediatamente la comandante Blasco se giró para recibirme, una mujer de unos 40 años, morena con el pelo recogido en una simple coleta alta. A su lado el segundo, un chico de no más de 30 años al que prácticamente ignoré. Me senté donde me dijo ella, y amablemente me ofrecieron otra copa de champan.

Ella, Miriam, que así se llamaba, desgranaba los detalles de la navegación mientras me miraba y sonreía. Yo le devolvía las sonrisas y las preguntas. Mientras hablaba  con su compañero pude  hacer un repaso de mi comandante particular. Los pantalones negros masculinos se le ajustaban a la perfección  a sus caderas y sus muslos, y la camisa blanca de manga corta con los galones le daban un aire de superioridad que me embriagó. Siempre me han apasionado los uniformes. Dedos largos y manos bien cuidadas con un reloj de titanio y una pulsera de cuero. Nada más.

Me gustaba y mucho. Creo que yo a ella también por las atenciones que tenía y sobre todo por los roces y caricias que recibía. Cualquier excusa era buena para tomarme la mano y enseñarme algo, para que tocara algún botón. Mi piel se erizaba y ella volvía a sonreír dándose cuenta de ello. Me preguntó por mi viaje y cuantos días me quedaba en París. Otra copa de champán.       

Notaba como iba subiendo el alcohol a mi cabeza y mis sentidos a flor de piel. Perdí la noción del tiempo hasta que el segundo de a bordo me bajó de mi nube diciendo que tenía que salir al baño. Aquello era complicado, me tenía que levantar para que él saliera. Miriam aprovechó para ayudarme. Se cerró la puerta de la cabina con la comandante frente mí, su pecho rozándome y sus ojos preguntándome si quería seguir adelante. Las burbujas del champan decidieron por mí   y me encontré a 10.000 pies besándome con la comandante Blasco. Nuestras lenguas se entrelazaron buscándonos mientras nuestras manos exploraban lo que podían.

Dos minutos, dos minutos escasos en los que toqué el cielo. La puerta se abrió y el segundo nos encontró sentadas hablando de lo bonito que era París.  Presentía que aquello llegaba a su final, nos aproximábamos a la Ciudad de la Luz. Miriam me preguntó en qué Hotel estaba y regresé a mi asiento de primera agradeciendo la atención y con los ojos de ella diciéndome mil y una cosas que no pude procesar. Fin del vuelo.

Tras mi reunión del viernes regresé al Hotel y en recepción tenía una nota:“Estoy en la habitación 203, tengo todo el fin de semana libre en París. ¿Quieres descubrir la ciudad del amor conmigo? Miriam.

Lo que pasó, ya es otra historia.

viernes, 30 de agosto de 2013

Otras vacaciones



Verano y todo el mundo a la playa. Todo un año esperando y ahora que nos vamos de vacaciones nos levantamos a las 8 de la mañana para ir a plantar la sombrilla y  toalla.

Los primeros  de la playa, en primera línea  sin importarnos mucho  los que tranquilamente están  disfrutando ya de paseos sin molestar.

Aproveche y lleve la nevera portátil ya que su marido   la traslada encima los hombros, un par de sillas para estar más cómodos. Añada los juguetes de los niños para que hagan castillitos donde  voy a tropezar, los flotadores  con formas de enormes ballenas, patos sonrientes y alguna lancha tipo ejército. Por favor, que no se le olvide la mesa camping. 
Tortilla y filetitos empanados. De postre sandía que va a apretar el calor. Cervezas y agua. Mucho hielo.
 ¿Llevan la radio?

Durante  el resto del día se van a dedicar a gritar a los niños que no se metan  tan adentro, a la parienta que le abra una cerveza, a reírse con los amigos mientras se juegan una partidita sentados en  esa mesa   que abarca cinco toallas.
Radio Olé o Cadena Dial no paran de lanzar canciones que cantan a trío mientras parten las tortillita y hablan de las vecinas.

-Niñooooo, ¡vente pa´ca! Como te vea tu padre te vas a enterar.

Y mientras tu intentas leer el último libro best seller que te has comprado  para relajarte, que ni siquiera llevas música porque quieres escuchar  el rumor de las olas.

En ese intento  de escuchar te pasas media mañana quitándote la arena que los críos  que sin miramiento  echan al correr a bañarse, te quitas de la toalla la ballena maldita que cayó a tu lado por esa ráfaga de levante que surgió de la nada  y te concentras en las olas que parecen se fueron a otra playa más tranquila.

Ay! Qué bonito es el verano para muchos  llevando todas estas cosas. Haciendo todos los días la misma película, rodando escenas que se quedan en tu recuerdo para el largo invierno.

Pero discúlpeme ustedes que este año he cambiado de cine y me he ido a Versión Original. Que también hay que practicar idiomas. 

Este verano tranquilamente me he ido a 50 km de la playa normal para irme a una donde el español poco se escucha. Alquilando mi hamaca y mi sombrilla. Con la  única preocupación  de mover mi querida hamaca para que la sombra me acaricie, sin radio y sin voces. Arena blanca, aguas turquesas y un granadino que me cobra mientras me dice el restaurante de confianza donde ir a comer.

El resto; silencio, tranquilidad y algunas palabras que no entiendo de ruso y alemán.

Gracias por hablar bajito. Hasta el niño rubio  encantador casi albino  grita bajito. Así da gusto mientras me leo el periódico del domingo y su pertinente suplemento.

Este también es mi verano, aunque esté a punto de terminar .Que de veranos y vacaciones hay muchas. Cada oveja con su pareja.

jueves, 25 de julio de 2013

Noches de Julio








No soporto Madrid en Julio. Demasiado calor, demasiada  gente, demasiados turistas y sobre todo  esas noches en las que no hay manera de dormir. Una se cansa de dar vueltas en la cama mientras tu paciencia se ahoga en sudor.

Encontré la mejor manera de  remediarlo saliendo cada noche a las terrazas de moda de la ciudad. Un sistema no demasiado barato pero efectivo al que le cogí cariño desde el principio.

Un buen mojito y ropa fresca hacían las delicias de  los atardeceres mientras deleitaba mis ojos con hermosas mujeres que se paseaban  por las calles de la ciudad, mujeres que también escapaban del horno de su casa para buscar una brisa que recorriera los cuerpos anhelantes  de algo fresco.

Y fue una de esas noches que no recuerdo  cuando esa mujer deseada  pasó delante de mi mesa mirándome  mientras un suave hálito recorría mi espalda.
 No puedo afirmar que fueran sus ojos oscuros,  esa forma de moverse ante mí   o la mirada que me traspasó.
Otro mojito mientras enciendo un pitillo. No entiendo  la causa de mi nerviosismo mientras busco  a esa preciosidad sin resultados. Esto es absurdo, debe ser el calor  de esta maldita noche. 

El camarero intenta ligar conmigo mientras me pone  la copa y eso hace que mi inquietud vaya en aumento. ¡Seré idiota!

Voy a respirar hondo varias veces intentando convencerme que no ha sido verdad,   el bochorno hace que me imagine estas cosas, qué va a ser si no.

Ahora  no me voy a casa, no regreso hasta que sea capaz de respirar normalmente, hasta que se me vaya esa imagen de la  retina y a ser posible hasta que comience a nevar en Madrid  esta noche de  Julio para remediar los calores.

Cierro los ojos y me concentro en la música de Sade  que se desliza entre las mesas. Esto ya  se parece a cualquiera de las otras noches en las que he salido buscando que pasen las horas para ir a descansar. 
Todos mis sentidos  están  en proceso de relajación. Absolutamente todos regresan a su estado hasta que su voz perfora mi entendimiento.

-Claro que está libre la silla, contesté.

-Pidamos 2 mojitos

No recuerdo si nevó esa noche de Julio en Madrid, ni  siquiera la hora que fue. Si me acuerdo perfectamente de cada gesto, cada risa, del camarero enojado.

Aquella noche no pasé calor y tampoco dormí.


Son muchas las noches que te busco y otras tantas que te encuentro. Seguimos visitando terrazas aunque preferimos nuestra cama. 

Que no acabe Julio querido verano.

martes, 28 de mayo de 2013

De compras





Lo de las compras no es lo mío. Sí, debo ser rara pero me molesta bastante eso de estar  de tienda en tienda probándome ropa una y otra vez.

Entrar en tiendas y buscar el vestido que me pueda quedar bien, esa falda que me falta para el top negro, o los pantalones que conjunten con los últimos zapatos de tacón.
Me molesta que invadan mi espacio, que entrando por la puerta tenga a tres dependientas o dependientes preguntándome  si me pueden ayudar. Si ni siquiera he visto nada!

No, no estaba preparada esa tarde para todo lo que implicaba ir de compras aunque mi armario me lo pida a gritos. Hoy no.

Otra cosa es el cajón de mi ropa interior. Hace días me envió un mail con un mensaje  de socorro para que repusiera ciertas prendas que se quedaron perdidas en la habitación de alguna de mis amantes. Aún no entiendo bien cómo.
Con esta duda me presenté en esa tienda de lencería que me pierde. Esa misma en la que nada más entrar me saludan, me preguntan cómo estoy y me ponen un café. Detallazo para esta tarde de compras y para mi ánimo.

Me debato entre braguitas y tangas, entre encajes y colores. ¿Picardías? ¿Por qué no? Me lo quedo, nunca se sabe cuándo surge una noche loca, para mía, para ella.

Aprovecho la ocasión para probarme un camisón corto de satén gris, en breve el buen tiempo llegará y es bastante cómodo para estar en casa. ¿Se llevó Sandra el azul en el último desfile  al que me presenté voluntaria? ¿En su casa o en la mía? Es curioso, solo acierto a  recordar la manera en que me lo quitó.
Como ya estoy lanzada, me atrevo con dos conjuntos de colores, digamos, atrevidos. Un naranja palo  que se confunde con el color de mis pechos y un azulón que me indican está de moda. Resultones, eróticos, cómodos. Ya estoy deseando enseñarlos.

No puedo dejar de comprarme uno negro. El negro siempre  me ha seducido. Siempre he seducido con el negro. Este es de fondo de armario imprescindible. No puedo creer que haya mujeres que no tengan ropa interior negra. 
Me llevo dos por aquello de las que no tienen, para compensar, ya sabéis.

Dos horas después saco mi tarjeta de crédito mientras me ponen todo en bolsas con papel elegante y cajas de colores. Me he gastado más dinero que si me hubiera comprado el vestido, el pantalón y la falda que me hacía falta para mis nuevos zapatos de tacones. Estoy eufórica.

No puedo esperar para ponerme todo. Esta noche quizás me anime a salir.

En el taxi de regreso a casa sigo sin entender cómo se me  ha quedado toda esa ropa interior en casa de mis amantes. Para alguien que casi nunca la utiliza es difícil de comprender.

No puedo dejar de sonreír.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Si te he visto no me acuerdo





Si te he visto no me acuerdo. Y no sé por qué. No entiendo  el motivo para que cada vez que me pongo delante de  la hoja en blanco para escribir me salga esta frase.

Ya ves, ni siquiera sé que decir. Porque motivo para verte no sé si tengo, y no se me ocurre nada para no acodarme si te he visto. Total, un galimatías que ni siquiera yo entiendo pero que esta tarde quiero aclarar con la maldita hoja sin palabras.
¿Desde cuándo no te he visto? Ya no lo recuerdo. ¿Desde cuándo no quiero  recordarte?, lo perdí en el olvido de un recuerdo del que no me acuerdo. Otra vez me he liado en palabras ¿Te lo explico?

No sé si puedo porque me voy a liar de nuevo en vocablos que se enredan  en el camino que va desde mi mente hasta mi lengua.  Ni que decir hasta las yemas de los dedos que escriben estas letras. Dejo a un lado los pensamientos que enmarañan la razón.

Uy, y ¿ahora qué hago con lo que queda de página y de este espacio en blanco? Sigo sin entender la frase y su significado, sigo sin saber cómo continuar.

Quizás con un poco de tu ayuda consigamos acabar este trocito que me queda. Oiga, ¿le pasa lo mismo que a mí? ¿Te levantas con esta frase en la boca y tienes la necesidad de sacarla sin saber cómo ni por qué? Pongamos en común estas cosas porque de este modo termino  esta entrada y seguramente cierro muchas cosas.

Es que, en definitiva, hace tiempo que no te  he visto y sigo sin saber por qué no me he de acordar de esa visita. Quizás sea porque ni apareces. Acaso eso de ignorar lo que no ha ocurrido es un poco difícil.
No te he visto por lo cual no te puedo  olvidar, ni intento he de hacer. A estas alturas pienso que  es factible eso de no tener que vernos. ¿Para qué?

Por lo tanto, ni te he visto, ni he de olvidarme de ti. Ni una cosa ni la otra. Otro peso  he de quitarme, por Cástor. Que he acabado esta entrada en el blog y  acabado está este embrollo.

Ni vista ni recuerdo que borrar. Así me gusta. Las cosas claras. 

El poder de lo simple.






jueves, 28 de marzo de 2013

Y además, Semana Santa




Hay Semanas Santas que recuerdo por diferentes motivos.
Allá en el pueblo de León donde las mujeres íbamos separadas con la procesión de la Virgen y los hombres por otro para juntarnos en la plaza y hacer el encuentro. Todos juntos de nuevo a la Iglesia  y ese Miserere  a capela que aún retumba en mi cabeza… eee,eeeee,eeeee. 
Ahora sé que ni siquiera sabían la letra en latín a pesar de llevar un viejo libro en sus manos. De oído.

Luego a recorrer los bares y “matar judíos” bebiendo esa limonada rica con pastas hechas en casa mientras  discutíamos cuál estaba mejor.  Al final ya no sabíamos  a quién matábamos ni quiénes éramos.

Años más tarde descubrí la andaluza allá en Cádiz. Viví la pasión y devoción de toda aquella gente que se preparara durante un año para su estación de penitencia. Las lágrimas en caso de no salir, el esfuerzo, la belleza de los pasos, la emoción de un momento en la calle Misericordia en el Puerto de Santa María.

 La fuerza de una imagen, el olor a incienso, la cera de las velas cayendo al suelo.
La música removiéndote hasta la última célula de tu ser. Las cornetas, los clarinetes y trompetas. Tambores que retumban en tu cabeza. El baile de los pasos al son de las notas. La “levantá” y el corazón volando. Lágrimas  de emoción.La saeta que rasga.

Pasados estos años tuve la oportunidad de cumplir una promesa hecha hace 20 años y me atreví. Salí de penitente acompañando al Cristo de la Columna un miércoles Santo.

Salí a las 19:00 hrs   con mi bastón  debido al problema de rodilla y me recogí a las 02:00 hrs. Para mí esa experiencia  sin ser particularmente  católica practicante fue muy enriquecedora. Confieso que en esas horas hice voto de silencio  y ni siquiera cuando el capataz se preocupaba  por mi estado y mi rodilla lo rompí. Solo asentía con la cabeza de igual manera que cuando aquellos chiquillos de la cofradía me ofrecían agua  durante el recorrido.

Sencillamente fue un encuentro conmigo misma que agradezco enormemente  a la Hermandad por ofrecerme esa oportunidad. Aguantó mi rodilla y aguanté yo junto con mi amiga Teresa.
 Al entrar en la iglesia y  con puertas cerradas pudimos descubrir nuestros rostros (antes no estaba permitido) nos abrazamos y lloramos.
Luego, sencillamente, entramos en el único pub que estaba abierto para tomarnos algo y compartir experiencias.
Semanas Santas especiales por distintas causas, en lugares diferentes y con personas que sencillamente estaban a mi lado en ese momento.

Y así han pasado estos días y semanas. Entre emociones, recuerdos, pasiones y alguna lágrima furtiva. Del mismo modo que las siguientes llegarán. Y que no falten.

lunes, 25 de febrero de 2013

Aniversario.









Hace exactamente dos años, a estas horas, estaba tomando un taxi. Pensaba que llegaría tarde a esas 17:00 hrs en las que habíamos quedado para conocernos en el centro de Madrid.

Cosas de la vida que había quedado a comer con una amiga y nos pusimos a ver una película. El miedo a llegar tarde  hizo que levantara la mano y me metiera en ese taxi. Eso sí, sin perder el ramo de tulipanes rojos que por casualidad me encontré en la calle  y compré para ti como otra señal.

Pocos minutos antes de la hora llegué  con unos pocos metros  para verte sin que me vieras, lo siento, de formación profesional. Allí estabas, de pie, mirando, buscando, sin saber que yo te miraba. Me acerqué lentamente con la reseña que te había dado, busca  algo rojo. Y ese rojo lo llevaba en mis manos.

Sonreíste, me acuerdo. Sonreí y te besé. Por impulso, por deseo, por necesidad.

El resto de esa tarde-noche fue un té en un lugar nuevo, tuyo y mío, mientras rozábamos  nuestros brazos, mientras las palabras fluían. Paseos por el centro, una cerveza y luego alguna tapa descubriéndonos.

La noche nos sorprendió y tuvimos que separarnos. Creo que ambas sabíamos que sería de las pocas veces que iba a ocurrir. También confieso que creo que ambas sabíamos que no era nuestro tiempo, y quizás, sólo quizás, tampoco nuestro momento. Decidimos probar para cambiar el tiempo y el lugar.

Y funcionó. Cambiamos ambos  y hoy compartimos tiempo, espacio y vida.

Hoy en nuestra casa  hay dos tulipanes amarillos  florecidos y nueve que están a punto, a la espera de saber cuál es el color que deciden  regalarnos.  Esta tarde, hace dos años, te vi esa primera vez y decidí que quería  recorrer este camino a tu lado. Me agradó saber que tú pensabas lo mismo.

Sí, hace dos años que nos vimos, nos conocimos personalmente  y emprendimos de la mano esto de andar  juntas con todo lo que conlleva.
Cosas de la vida, cosas del tiempo, cosas de las  dos. Feliz aniversario y gracias por seguir teniendo mi mano entre las tuyas. Te amo.



domingo, 10 de febrero de 2013

Febrearius




Me gusta  el mes de Febrero.

No sé si es porque es mi cumpleaños y cae uno más, o porque este mes es cortito de días. Eso que de vez en cuando tenga 29 días y otros 28 me resulta gracioso. Es más, este mes es gracioso de por sí.

Normalmente hace un frío del carajo   aunque la primavera esté a la vuelta de la esquina, a la vuelta de  un mes y poco claro. Hoy por ejemplo vi las primeras flores en un pequeño  almendro  al lado de la carretera cuando venía de la oficina y no puede menos que sonreír. Hay que ver cómo se las apaña porque el frío sigue y estos días anuncian nieve.

Normalmente este mes de Febrero se celebra el Carnaval, otra época bien chistosa donde las chirigotas, coros y comparsas desgranan al más pintao allá cerca de la Caleta, en el barrio de la Viña de Cádiz.

Incluso  en este cortito mes  comienzan a salir los tulipanes de colores que planté hace un mes ,y que miro todos los días  intentando adivinar qué colores tendrán.

A veces creo que Febrero no debería estar porque parece que sobra  en el conjunto del año. No puedes meterlo en el acertijo  ese de los días de 30 y 31 días de los nudillos y cuando te dicen que es bisiesto te paras a pensar cómo es posible que cada cuatro años le nazca otro día más. El famoso 29. 
Me atrevo a predecir que todos hemos pensado en los que han nacido este 29 famoso del bisiesto y su cumpleaños de a cuatro.

Otras veces pienso que debería haber un Febrero cada tres meses con el mismo nombre teniendo en cuenta el significado  de su nombre en latín: limpiarse. Para eso los romanos lo dedicaban a Plutón, el dios del inframundo (ahí es nada señores).

En estos días del presente se  podaban los árboles, se limpiaba a fondo los establos y el campo. Y no tiene nada que ver con  una de las divinidades etruscas del infierno , Februus.

Entonces pues, celebremos las  Februales y agradezcamos a Februalis , (que significa la que purifica), que otro  mes de Febrero estemos aquí y por ejemplo,  esta que escribe ,cumpla un año más.

Por cierto,  a título informativo,  Februalis es uno de los sobrenombres de Juno, esposa de Júpiter, que a su vez es la Hera de los griegos,  cuyo nombre significa “la Señora”, la gran diosa del Olimpo.

Pues eso, Febrero para purificarse y limpiarse señoras. Todo  muy femenino; me gusta, me gusta Febrero.

viernes, 18 de enero de 2013

De cosas nuevas





Sí, ya sé que  me esperábais para felicitar el año, un primerito del mes  en que estamos  escribiendo  esa lista larga de propósitos nuevos.

Pues no, que lo del Año Nuevo viene implícito en estas letras, que al parecer ya voy tarde. Y lo de los propósitos, ay Dios, que no me impuse ninguno.
No dije un voy a dejar de fumar porque el intento va para el verano, eso sí, cuando acabe de quitarme ese peso que me sobra, que tras menos  16 kilos, con 8 más fuera estoy lista para el siguiente intento. Carezco de voluntad para tanta cosa, lo confieso.

¿Ir al gimnasio? Vale, que venga a mi casa que de tiempo voy fatal. Que no sea por el dinero que aquí es bien barato. Te espero personal training. Mete en tu mochila mucho humor y tiempo para el té. Quizás te cuente mi vida sentados en la linterna del faro.

Como todos me han deseado amor, felicidad y miles de buenos deseos me he cortado en esas cosas. Bueno, un poquito de eso si pedí mientras me atragantaba con la única pepita que me quedó  en una uva traidora. ¿Se me tendrá en cuenta? La pepita digo .A mi favor confieso de nuevo, que era bien pequeña.
Me alimento sano, por lo que otro propósito menos. Vale... de vez en cuando cometo algún pecadillo pero es cosa de celebrar cosas y luego me porto bien. ¿De qué si no 16 kilos menos?


Viajar más es intrínseco con mi persona. Ahorro tiempo  asumiendo que llega este año y con creces. Una que es positiva y que la maleta roja ya está ansiosa de pasearse por cintas de aeropuertos y hoteles. ¿Sólo la maleta?

Viendo las intenciones de los demás reconozco que voy bien en ese tema. Cuido de mi pareja y mis amigos teniendo la confianza que si el algo fallo una conversación de mesa camilla lo arregla, que lo mejor es hablar las cosas.

No echo de menos a  quien se fue por la puerta de atrás, y para compensar este año, no fui yo quien felicitó como siempre .La respuesta fue ningún saludo. No hay empeños por ustedes, perdonen que no fuera la primera. Me cansé que me mataran siendo la aventajada de la fila. En trinchera  calentita este año para estos casos.

Por lo demás, ni niños que cuidar por el momento. No veo casi la tele  y ando a diario a la espera que llegue mi personal training , conduzco prudentemente aunque echo de menos a Benito José Manuel que está jubilado en Benidorm con todas mis bendiciones.

Ahora que lo pienso. Creo que alguno se me escapó, unos sencillos. Tener siempre una botella de vino para brindar, unos minutos para escuchar, unas palabras para acompañar. Sonrisas para regalar, infinitos minutos para dedicarte. Incalculable amor para corresponder, eternas miradas con mensajes, inagotables fuerzas para ayudar, ilimitados….

Ahhh, vale, que no tenía propósitos. ¿Cómo se llaman entonces?¿Cuándo comienza el señor este en mi casa?